COMUNICACIÓN POSTER
AUTORES
González Manero, Ana Maria 1; Peinado Postigo, Felix 2; Martin Álvarez, Rocio 2; López Perona, Esther 3; Calvo Alzola, Marcos 2; Botia Paniagua, Enrique 2
CENTROS
1. Servicio de Neurología. Complejo Hospitalario La Mancha Centro. Hospital de Tomelloso; 2. Servicio de Neurología. Hospital General La Mancha Centro; 3. Servicio de Neurología. Hospital de Tomelloso
OBJETIVOS
Thomas Harvey, el patólogo de guardia que realizó la autopsia de Albert Einstein, pasó a la historia por ser el “ladrón” de su cerebro.
MATERIAL Y MÉTODOS
Pocos son dueños de su destino…y eso mismo es lo que le ocurrió a Einstein acera de sus últimas voluntades. Menos de un día tras su fallecimiento fue incinerado en ceremonia privada y sus cenizas fueron arrojadas al río Delaware, cumpliendo su deseo : “Quiero que me incineren para que la gente no vaya a adorar mis huesos”. Pero no todo el cuerpo fue incinerado: su cerebro había sido extraído furtivamente por Harvey y al saberse convenció al hijo de Einstein de que lo utilizaría con fines científicos.
RESULTADOS
Lo diseccionó en trozos que conservó en celodinia. A partir de ahí emprendió un rocambolesco y autodestructivo viaje a través de Estados Unidos transportando pequeñas muestras del cerebro del genio que cortaba con un cuchillo de cocina que dedicó a tal fin, sobre una tabla de cortar quesos y las enviaba por correo postal en un tarro de la mahonesa que consumía compulsivamente a algunos investigadores previo pago. Los restantes trozos del cerebro fueron a parar a una caja de sidra escondida en un sótano. Finalmente los últimos trozos fueron devueltos a sus herederos, que los donaron a 2 museos estadounidenses (Mutter y Nacional de la Salud y Medicina).
CONCLUSIONES
De los estudios realizados al cerebro de Einstein la mayoría coinciden en que poseía una mayor cantidad de células gliales, a lo que se atribuye su especial capacidad cognitiva.