COMUNICACIÓN ORAL | 22 noviembre 2013, viernes | Hora: 16:00
AUTORES
Gil Polo, Cecilia 1; Cubo Delgado, Esther 2; Rivadeneyra Posadas, Jessica 3; Mariscal Pérez, Natividad 2; Armesto Formoso, Diana 3; Mateos Cachorro, Ana 4; Cámara , Rafael 5
CENTROS
1. Servicio de Neurología. Hospital Universitario de Burgos; 2. Servicio de Neurología. Complejo Asistencial Universitario de Burgos; 3. Unidad de Investigación. Complejo Asistencial Universitario de Burgos; 4. Laboratorio de Bioenergía. Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana; 5. Instituto de Bioestadística Médica, Epidemiología e Informática. Universidad Centro Médico de Johannes Gutenberg
OBJETIVOS
Describir y analizar la asociación entre las características clínicas y nutricionales en los pacientes con Enfermedad de Huntington (EH).
MATERIAL Y MÉTODOS
Estudio multicéntrico español, descriptivo y transversal del registro europeo de la EH. Se incluyeron pacientes con EH, confirmados genéticamente. Se recogió información demográfica, clínica, datos antropométricos y encuestas nutricionales. El gasto energético total se calculó con la ecuación de Harris-Benedict.
RESULTADOS
Se presentan datos de los primeros 22 pacientes incluidos: 63,60% mujeres, con edad media de 57±14,97 años. En relación con el estadio de la enfermedad, 33,33% estaban en estadio I, 9,52% en II, 38,10% en III y 19,05% en IV. Según la clasificación de la OMS del índice de masa corporal (IMC), 9,09% tenían bajo peso, 54,55% normal, 18,18% sobrepeso y 18,18% obesidad. La disfagia estaba presente en el 36,40%. La ingesta dietética media fue de 2288±608 kilocalorías/día, con un balance energético medio negativo de 551 kilocalorías/día (rango de -1348 a 742), y en un 25% el balance energético medio fue negativo de 1188±40 kilocalorías/día. El IMC se correlacionaba inversamente con el número de repeticiones CAG del gen HTT-15 (coeficiente de correlación -0,521, p 0,006).
CONCLUSIONES
Se trata de un estudio en curso y los datos presentados son preliminares. Los pacientes con EH requerirían una mayor ingesta calórica para mantener un balance energético e IMC adecuado. Mejorar su estado nutricional podría potencialmente modificar el curso de la enfermedad al prevenir complicaciones secundarias a un estado nutricional deficiente.