COMUNICACIÓN POSTER
AUTORES
González Villar, Esther 1; Sánchez Larsen, Alvaro 1; Díaz-Maroto , Inmaculada 1; Layos Romero, Almudena 1; Martínez Martín, Alvaro 1; Alcahut Rodríguez, Cristian Angel 1; Grande Martín, Alberto 2; Del Valle Pérez, Jose Antonio 1; Romero Sánchez, Carlos Manuel 1; Segura Martín, Tomas 1; Sopelana Garay, David 1
CENTROS
1. Servicio de Neurología. Complejo Hospitalario Universitario de Albacete; 2. Servicio: Neurofisiología Clínica. Complejo Hospitalario Universitario de Albacete
OBJETIVOS
Evaluar la potencial aparición de cambios en la frecuencia de crisis en pacientes con epilepsia activa durante el confinamiento por la pandemia COVID-19 y estudiar las posibles causas de los mismos.
MATERIAL Y MÉTODOS
Estudio observacional, retrospectivo, basado en la recogida prospectiva de datos de 100 pacientes sucesivos atendidos mediante entrevista directa y/o telefónica en una consulta monográfica de epilepsia.
RESULTADOS
Se incluyeron 100 pacientes (entrevista telefónica 61%), edad media 42 años, 52% mujeres. El 36% de los pacientes presentó un cambio significativo en la frecuencia de crisis comparado con el semestre previo. Un 27% empeoró de forma significativa (>50%), siendo los principales factores asociados la ansiedad (OR 5,78; p < 0,001) y frecuencia previa de crisis elevada (OR 12,4; p 0,001). No encontramos relación con la demora asistencial, dificultad para conseguir la medicación o haber tenido COVID-19. Cuatro pacientes precisaron ingreso hospitalario: 3 status epilepticus y 1 por acúmulo de crisis (único caso con test positivo para SARS-CoV-2). Un 9% mejoró el control de crisis, siendo factores protectores el cambio reciente de FAE (OR 0,07; p 0,01) y una menor ansiedad (OR 0,05; p 0,03).
CONCLUSIONES
La pandemia por COVID-19 y sus consecuencias han influido de forma significativa en el control de las crisis epilépticas, existiendo un empeoramiento en el control de crisis en una proporción considerable de pacientes. La ansiedad fue el principal factor pronóstico durante este periodo. Potenciar la actividad física, mejorar la higiene del sueño y asegurar un correcto seguimiento vía telefónica o presencial puede minimizar el riesgo de descompensaciones.