COMUNICACIÓN POSTER
AUTORES
Juega Mariño, Jesus 1; Colina Lizuain, Sandra 2; Castillo Álvarez, Federico 2; Calvo Pérez, Lara Maria 2; Gómez Eguílaz, Maria 2; López Pérez, Maria Angeles 2; Serrano Ponz, Marta 2; Marzo Sola, Maria Eugenia 2; Garcia Alvarez, Lara 2; Oteo , Jose Antonio 2
CENTROS
1. Servicio de Neurología. Hospital Doctor Trueta; 2. Servicio de Neurología. Hospital San Pedro
OBJETIVOS
Conocer y análizar la incidencia de Ictus secundarios a a endocarditis infecciosa (EI) en los últimos 6 años en nuestro hospital
MATERIAL Y MÉTODOS
Estudio descriptivo retrospectivo de EI en nuestro hospital en los últimos 6 años
RESULTADOS
75 pacientes afectos de EI , 14 con afectacion neurològica (18%). El 13% (10) del total presentaron ictus secundario a émbolo séptico. Media de edad 68 años. Predominio en varones. El microorganismo más frecuente asociado fue Staphylococcus aureus (30%). 80% ictus isquémico, 2 casos silentes. 40% afectación bilateral , 20% circulacion anterior (PACI) , 20% circulación posterior (POCI) con transformación hemorràgica . 20% de hematomas. Un paciente en tratamiento con dabigatrán. La afectación neurológica fue la forma de debut de la EI en el 60%. Valvulopatía mitral en 80% pacientes. La tasa de mortalidad hospitalaria fue 70%, factores de gravedad : portar vàlvula mecànica, vegetaciones mayores 15 mm, disfunción cardíaca , retraso antibioterapia. Un 40% esperaban cirugía cardíaca. Se intervinieron 2 pacientes con caràcter urgente sin registrarse nuevos eventos neurológicos con tasa de mortalidad a los 6 meses del 50% por disfunción severa cardíaca .
CONCLUSIONES
Al igual que en otras series publicadas, los dos mayores factores de riesgo independientes de sufrir un ictus secundario a EI son la colonización por S. aureus y la vegetación sobre vàlvula mitral. El riesgo de embolización disminuye con la antibioteràpia selectiva precoz . El ictus secundario a EI exige un abordaje precoz, multidisciplinar que optimice el tratamiento médico y la posible decisión de cirugía cardíaca precoz dada la alta mortalidad