COMUNICACIÓN ORAL | 20 noviembre 2015, viernes | Hora: 18:00
AUTORES
Ortega Suero, Gloria 1; Liaño Sánchez, Talia 2; Moreu Gamazo, Manuel 3; Rodríguez Boto, Gregorio 4; Jorquera Moya, Manuela 3; López-Ibor Aliño, Luis 3; Porta Etessam, Jesus 2
CENTROS
1. Servicio de Neurología. Complejo Hospitalario La Mancha Centro; 2. Servicio de Neurología. Hospital Clínico San Carlos; 3. Servicio: Radiología. Hospital Clínico San Carlos; 4. Servicio de Neurocirugía. Hospital Clínico San Carlos
OBJETIVOS
Las fístulas arteriovenosas espinales (FAVE) son excepcionales, representando el 3% de las lesiones espinales. El diagnóstico es un reto, asociando gran morbilidad y mortalidad sin tratamiento precoz. Nuestro objetivo es evaluar las características clínicas de las mismas, demostrar cómo la sospecha clínica es fundamental en el diagnóstico y revisar la evolución tras el tratamiento, ¿puede ser tarde para tratar?
MATERIAL Y MÉTODOS
Presentamos una serie de 10 casos recogidos durante 3 años en un hospital terciario, realizando un análisis retrospectivo.
RESULTADOS
Se observa un predominio masculino (8 hombres). La edad media fue 65,4 años. El síntoma predominante al inicio del cuadro fue la claudicación de la marcha-paraparesia (70%). En la mayoría los síntomas fueron lentamente progresivos. Al diagnóstico lo más frecuente fue la combinación de síntomas motores, sensitivos y esfinterianos. El tiempo medio desde el inicio de síntomas hasta el diagnóstico fue 24,3 meses. El 50% tenía un diagnóstico inicial erróneo (clínico o radiológico). La RM fue diagnóstica en el 90% de los casos, la arteriografía en el 100%. La localización más frecuente fue dorsal baja. El tipo anatómico predominante fue FAVE-dural (7 pacientes), 2 fueron perimedulares y 1 epidural. Todas fueron tratadas con embolización, cirugía o ambas y el 90% mejoró tras su cierre.
CONCLUSIONES
El diagnóstico de las FAVE es difícil y tardío, empeorando el pronóstico. Se debe tener un alto índice de sospecha en pacientes que presenten clínica e intentar tratamiento precoz. El tratamiento siempre está indicado, por mucho tiempo de evolución que presenten, consiguiendo mejorar la calidad de vida o estabilización.