COMUNICACIÓN POSTER
AUTORES
Ginestal López, Ricardo 1; Feliz Feliz, Sissy 2; del Val Fernández, Javier 2
CENTROS
1. Servicio de Neurología. Hospital Clínico San Carlos; 2. Servicio de Neurología. Fundación Jiménez Díaz-Ute
OBJETIVOS
La esclerosis múltiple (EM) comparte características clínicas con otras enfermedades autoinmunes (EA): más frecuente mujeres, origen determinado por factores genéticos y ambientales, curso remitente-recurrente, respuesta a tratamientos inmunomoduladores o inmunosupresores. Sin embargo, su asociación con la Miastenia Gravis es muy poco frecuente y su aparición en un paciente con doble terapia inmunsupresora aún menos.
MATERIAL Y MÉTODOS
Una mujer de 20 años con Miastenia Gravis (MG) tratada con Tacrolimus y Micofenolato Mofetilo en remisión clínica con este régimen terapéutico desarrolla, 7 años tras el diagnóstico de MG, una neuritis óptica izquierda. Con 20 lesiones hiperintensas en T2 y cumpliendo criterios radiológicos de diseminación en tiempo y espacio y con positividad de bandas oligoclonales de IgG en el Liquido Cefalorraquídeo, es diagnosticada de Esclerosis Múltiple. Los dos inmunosupresores han sido capaces de controlar clínicamente la MG pero no han podido prevenir el desarrollo de una EM.
RESULTADOS
A los dos años de añadir acetato de glatiramero, la paciente está sin brotes, con EDSS 1.0 y una única lesión nueva en T2.
CONCLUSIONES
La asociación de MG y EM no es frecuente pero no es debida al azar y debe mantener al Clínico en alerta ante síntomas compatibles aún en un paciente controlado con inmunosupresores. En la EM, donde han aparecido nuevas moléculas inmunosupresoras para el tratamiento de la esclerosis múltiple recurrente remitente, Teriflunamida, Dimetilfumarato y Alentuzumab, medicamentos clásicos como el AG presentan perfiles de seguridad y de eficacia a largo plazo bien conocidos que los pueden hacer útiles en pacientes que supongan un desafío terapéutico.