COMUNICACIÓN POSTER
AUTORES
González Manero, Ana Maria 1; Peinado Postigo, Felix 2; Velayos Galan, Alberto 3; Calvo Alzola, Marcos 3; Martin Ramos, Alicia 4; BOTIA PANIAGUA, ENRIQUE 2
CENTROS
1. Servicio de Neurología. Complejo Hospitalario La Mancha Centro. Hospital de Tomelloso; 2. Servicio de Neurología. Complejo Hospitalario La Mancha Centro M.I.; 3. Servicio: Neurociencias. Complejo Hospitalario La Mancha Centro M.I.; 4. Servicio: Psiquiatría. Complejo Hospitalario La Mancha Centro M.I.
OBJETIVOS
A lo largo de la historia los médicos hemos sido vistos como héroes o villanos, teniendo en muchas ocasiones nuestra historia componentes de ambos, con recuerdo de algunos capítulos oscuros.
MATERIAL Y MÉTODOS
Tal es el caso de las controvertidas leucotomías o lobotomías frontales, técnica que gozó de no desdeñable predicamento en el siglo XX, en un tiempo en que no había terapias eficaces para tratar trastornos mentales graves. Por lo general se practicaba en pacientes con esquizofrenia, depresión grave, trastornos obsesivo-compulsivos y maníacos.
RESULTADOS
El portugués Egas Moniz, que recibió el premio Nobel en 1949, extendió y preconizó las bondades de esta técnica junto a Lima, aunque el análisis de resultados estaba privado de objetividad. Posteriormente se popularizó y se extendió por diversos países. En Italia, Amaro Fiamberti modificó la técnica, para poder llegar a los lóbulos frontales a través de las órbitas. Esta técnica es la que Walter Freeman extendió ampliamente por Estados Unidos: utilizaba literalmente un picahielos con el que penetraba el cráneo por el conducto lagrimal y después lo movía para cortar las conexiones entre el lóbulo frontal y el resto del cerebro.
CONCLUSIONES
Con frecuencia se producían alteraciones en la personalidad y funcionamiento personal y social de los individuos, y algunos perdían la vida. La profesión médica en general, tardó en darse cuenta de los efectos negativos, que superaban a los potenciales beneficios previstos, y ver que los primeros neurolépticos, los típicos/clásicos, (bloqueantes de receptores dopaminérgicos D2) desarrollados en la década de 1950 eran más eficaces y mucho más seguros.